Mi sueño era abrir algún día una tienda de motos. Siempre me interesaron las motos: siendo una niña de 14 años, o incluso de 15, me enamoré de los motores. Les dije a mis padres que quería estudiar ingeniería o coches, que quería ser mecánica de coches. No sabía qué pensarían mis padres cuando les dije que quería ser mecánica de coches. Mis padres se enfadaron bastante porque pensaban que iba a estudiar economía. O enfermería. Mis padres pensaban que iba a ir al instituto y luego a la facultad de medicina, así que pensaban que iba a ser enfermera, como una enfermera jefe, en vez de ser médico directamente.
Pero no sé si me gustaría este campo. Además, me dan miedo las agujas y la sangre y no sé cómo sacarle sangre a la gente. No sé cómo lo haría si fuera enfermera jefe o mejor enfermera. A no ser que fuera enfermera de cirugía o enfermera que lleva a la gente de un sitio a otro. A lo mejor mandaría a la gente a un sitio determinado donde les harían todo tipo de pruebas y demás. Pero eso no es lo que yo quería ser. Yo quería ser mecánico de coches. Me gustan las motos y jugar con los motores. Mi padre también es mecánico y se le da bien la mecatrónica.
Así que veía a mi padre en el garaje arreglando cosas, montando en moto y conduciendo coches, y me gustaba. Porque mi padre quería un hijo y yo tenía una hija. Yo nací de mi padre. Aun así, me hacía mucha ilusión que mi padre me dejara trastear con motores. Acabé graduándome en economía, pero me siguen encantando los motores. Mi padre me dijo que podía ir a su empresa a tiempo parcial porque tenía su propio garaje. Así que decidí que si no podía dedicarme a ello profesionalmente, al menos lo intentaría a tiempo parcial. Mi padre se ofreció a darme una pequeña corona por ello.