Haz una lista de las cosas que tienes que hacer ese día. Haz también un horario. Escribe las tareas en viñetas y sé muy claro y concreto. Pero acuérdate de hacer una pausa de al menos 10 minutos. Prepárate una taza de té o café o bebe agua. Si estás terminando una tarea, aléjate de las redes sociales. Mirarlas mientras trabajas te mantendrá ocupado. Acabas dedicando más tiempo a las tareas, lo que es mucho más cansado, te exprime como un limón y te hace sentir que en realidad no estás haciendo nada. En el trabajo, por ejemplo, puede que te encarguen un gran proyecto.
Intenta ofrecer parte del proyecto a un compañero. Divide el proyecto en partes más pequeñas. Averigua cuándo deben presentarse los proyectos terminados. Divide el proyecto en secciones más pequeñas y planifícalo todo con cuidado. No puedes terminar un proyecto grande en un solo día. Cuando hayas conseguido algo, márcalo en tu agenda. No pierdas de vista la fecha de entrega del proyecto. Esto se llama fecha límite. Mi consejo: fija la fecha de entrega con unos días de antelación, de modo que si te retrasas un poco, tengas tiempo de sobra. Además, si consigues terminar tu proyecto antes, te alegrarás y tendrás unos días libres.
Sin embargo, además de las responsabilidades laborales, también tienes que cuidar de tu casa. Por ejemplo, intenta compartir las responsabilidades domésticas con tu cónyuge y tus hijos. Puedes pedir a una limpiadora profesional que haga más limpieza. Pida grandes compras por Internet y el mensajero se las entregará en casa. Así ahorrará tiempo corriendo por los hipermercados y el coste del transporte de ida y vuelta a la tienda. Lavar los platos inmediatamente después de comer evita que la suciedad se seque y que la vajilla se amontone. Pero nunca olvides descansar, relajarte y dedicarte a tus aficiones y a tus seres queridos.