Cada persona es única y tiene una calidad de vida diferente. En una sociedad democrática rica, como es nuestro país, la calidad de vida no refleja necesariamente la seguridad económica de un individuo. La gente no tiene por qué sufrir hambre o indigencia. Si bien es cierto que el dinero es una buena herramienta para garantizar la calidad de vida, el tamaño de una cuenta no refleja una vida más satisfactoria. Esto es cierto en todo el mundo. Hay estudios que sugieren que algunos países pobres son mucho más felices de lo que es habitual en las sociedades más ricas. Sus sociedades se basan en el sentido de pertenencia y el dinero no juega ningún papel.El dinero desempeña un papel en la sociedad, pero justificar su falta con la insatisfacción con la propia vida es más una excusa que otra cosa. Todos tenemos alguna influencia sobre nuestra propia satisfacción y calidad de vida.

Algunas personas esperan con impaciencia la jubilación y planean lo que harán cuando ya no tengan que levantarse cada día para un trabajo que ni disfrutan ni encuentran gratificante. Estas personas no están satisfechas con su vida y creen que la jubilación mejorará su situación. En realidad, se trata sólo de una ilusión. El problema no es que tengan que trabajar o que no tengan tiempo. El problema es su estilo de vida. A menos que se den cuenta de ello y hagan los cambios necesarios para llevar una vida más satisfactoria, su satisfacción en la jubilación no cambiará mucho. Al contrario, su satisfacción puede incluso disminuir. No pueden seguir aferrándose a la ilusión de que algo externo cambiará su vida a mejor. Cada uno tiene que hacer esos cambios por sí mismo.27]

Las personas pesimistas y llenas de quejas no cambiarán cuando lleguen a la edad de jubilación. Puede que tengan que levantarse a trabajar cada mañana, pero nada habrá cambiado a mejor. Todo lo contrario. Sus responsabilidades laborales le permiten ser al menos algo más activo y estar en contacto con la gente. Ahora que ya no tiene que ir a ninguna parte, es más probable que exacerbe su estado físico y su frustración. El descontento negativo que difunde no invita a otras personas a estar en contacto con él más tiempo del necesario. Empieza a sentirse aún más inútil y culpa de su situación a quienes le rodean. Una persona así se convierte en el principal objetivo de varios buscadores de influencias. Esto también es visible en la política, donde los populistas ganan votos fácilmente ofreciendo a estas personas nuevas ilusiones.La jubilación es un cambio importante en la vida de una persona y sólo aquellos que llevan una vida feliz y plena pueden vivir la fase final de sus vidas con satisfacción.

Cada persona es única y tiene una calidad de vida diferente. En una sociedad democrática rica, como es nuestro país, la calidad de vida no refleja necesariamente la seguridad económica de un individuo. La gente no tiene por qué sufrir hambre o indigencia. Si bien es cierto que el dinero es una buena herramienta para garantizar la calidad de vida, el tamaño de una cuenta no refleja una vida más satisfactoria. Esto es cierto en todo el mundo. Hay estudios que sugieren que algunos países pobres son mucho más felices de lo que es habitual en las sociedades más ricas. Sus sociedades se basan en el sentido de pertenencia y el dinero no juega ningún papel.El dinero desempeña un papel en la sociedad, pero justificar su falta con la insatisfacción con la propia vida es más una excusa que otra cosa. Todos tenemos alguna influencia sobre nuestra propia satisfacción y calidad de vida.

Algunas personas esperan con impaciencia la jubilación y planean lo que harán cuando ya no tengan que levantarse cada día para un trabajo que ni disfrutan ni encuentran gratificante. Estas personas no están satisfechas con su vida y creen que la jubilación mejorará su situación. En realidad, se trata sólo de una ilusión. El problema no es que tengan que trabajar o que no tengan tiempo. El problema es su estilo de vida. A menos que se den cuenta de ello y hagan los cambios necesarios para llevar una vida más satisfactoria, su satisfacción en la jubilación no cambiará mucho. Al contrario, su satisfacción puede incluso disminuir. No pueden seguir aferrándose a la ilusión de que algo externo cambiará su vida a mejor. Cada uno tiene que hacer esos cambios por sí mismo.27]

Las personas pesimistas y llenas de quejas no cambiarán cuando lleguen a la edad de jubilación. Puede que tengan que levantarse a trabajar cada mañana, pero nada habrá cambiado a mejor. Todo lo contrario. Sus responsabilidades laborales le permiten ser al menos algo más activo y estar en contacto con la gente. Ahora que ya no tiene que ir a ninguna parte, es más probable que exacerbe su estado físico y su frustración. El descontento negativo que difunde no invita a otras personas a estar en contacto con él más tiempo del necesario. Empieza a sentirse aún más inútil y culpa de su situación a quienes le rodean. Una persona así se convierte en el principal objetivo de varios buscadores de influencias. Esto también es visible en la política, donde los populistas ganan votos fácilmente ofreciendo a estas personas nuevas ilusiones.La jubilación es un cambio importante en la vida de una persona y sólo aquellos que llevan una vida feliz y plena pueden vivir la fase final de sus vidas con satisfacción.